En los últimos meses, se han publicado dos estudios en animales (ratas y ratones) en los que se ha investigado el potencial carcinogénico de la exposición a largo plazo a campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEM-RF) asociados al uso de teléfonos móviles.
Mi compañero y amigo, Jorge Laborda, publicó en su blog “Quilo de Ciencia” un artículo titulado “La radiación de los teléfonos móviles causa cáncer a ratas de laboratorio“. Antes de publicarlo, me lo envió para que le diera mi opinión. Como siempre, la forma de abordar el problema y la capacidad de divulgación de Jorge fueron excelentes. Sí que le alerté sobre el potencial peligro de alarmismo del título, que podría dar lugar a alguna malinterpretación que, por otra parte, quedaba aclarada con la lectura del texto, pero ya sabemos cómo se las gastan algunos. Nada más publicarlo, comencé a recibir por Twitter avisos para que viera qué cosas decía un catedrático de la UCLM, pero contaba, por decirlo de alguna manera, con mi “visto bueno”, prefiero decir “con mi conocimiento” porque Jorge me da mil vueltas y tuvo la deferencia de pasármelo antes de su publicación.
Los resultados hechos públicos fueron llevados a cabo en uno de los casos, nada más y nada menos que por el Programa Nacional de Toxicología (NTP) de EE.UU. (NTP 2018a, b) y el otro, por el Instituto Ramazzini en Italia publicado en una de las revistas de referencia del campo, Environmental Research (Falcioni et al., 2018), proporcionaban seriedad, fiabilidad y trascendencia. No publiqué nada al respecto a la espera de mi asistencia al Congreso Internacional sobre Bioelectromagnetismo BIOEM2018 en junio en Portoroz (Eslovenia) organizado por las dos principales sociedad científicas del campo: la Bioelectromagnetic Society (BEMS) y la European Bioelectromagnism Association (EBEA). Así, era un tema que tenía pendiente poner por aquí, pues pude hablar brevemente sobre estos estudios con el mismísimo Martin Röösli.
Hoy la Agencia Internacional para la Protección ante Radiaciones No-Ionizantes (ICNIRP), que en aquel congreso anunció la publicación de la revisión de los niveles de exposición, ha emitido una interesante nota discutiendo los resultados de estos estudios, indica que se tuvieron en cuenta en la elaboración de la revisión y explica por qué se deben tomar con cautela. Tras leer la nota, me complace comprobar que más o menos, las conclusiones, coinciden con lo que pude comentar en el BIOEM2018.
Ambos estudios tienen inconsistencias y limitaciones que afectan a la utilidad y aplicabilidad de sus resultados para establecer pautas o límites de exposición. Por lo que la ICNIRP concluye que estos estudios no proporcionan una base científica suficientemente sólida para revisar los límites de exposición a CEM-RF existentes. Veamos cuáles son las razones.
Los estudios del NTP todavía no han completado el proceso de revisión por pares para su publicación en una revista científica, de lo que se dispone a día de hoy es de dos informes técnicos hechos públicos por el propio NTP. Así que, como expliqué recientemente en esta publicación sobre la calidad de las evidencias científicas, hasta su publicación tras ese proceso de “peer review” se deben tomar con cautela. No obstante, ICNIRP los ha tenido en cuenta dado su potencial relevancia en la protección ante radiaciones no ionizantes. En este estudio, se expuseron ratas Sprague Dawley a señales moduladas de 900 MHz (utilizadas en GSM; también se analizó CDMA pero no la incluyo aquí por simplificar) y tasas de absorción específica (SAR) de cuerpo entero de entre 1,5 y 6 W/kg. También se utilizaron ratones B6C3F1 expuestos a señales de 1900 MHz y SAR de entre 2,5 y 10 W/kg. En el caso de las ratas, se comenzó la exposición antes de que nacieran, en el útero tras el 5º día de gestación, durante un total de 18 horas y 20 minutos a razón de 10 minutos de exposición seguidos de otros 10 minutos de descanso. Tras el nacimiento, se expuso a las ratas de forma continua hasta las 107 semanas. En el caso de los ratones se comenzó la exposición a las 5-6 semanas de edad durante 106 y 108 semanas en machos y hembras respectivamente. Tras estudiar posibles diferencias entre grupos, sexo, diferentes momentos, etc. los propios informes evalúan la fortaleza de las evidencias, estableciendo tres niveles: “algunas”, “equívocas” o “ninguna”. Así que, la evidencia más fuerte del propio informe, se establece como “alguna” para las ratas masculinas, donde la incidencia de schwanoma maligno en el corazón (pero no en otros lugares) se incrementaba ante exposición a GSM y SAR por encima de 1,5 W/kg. Estas diferencias resultaron estadísticamente significativas pero no se encontraron para ratas hembra ni para ratones.
El estudio de Falcioni et al. (2018), junto con los anteriores, son los únicos realizados en animales que hayan evaluado los posibles efectos de exposición a CEM-RF en schwanoma en el corazón. En este caso, también se expuso a ratas Sprague Dawley a 1835 MHz también GSM y para SAR de cuerpo completo de 0,001, 0,03 o 0,1 W/kg. En este caso, la exposición se realizó de forma continua durante 19 horas al día, también comenzando en el útero (día 12 de gestación) y continuando hasta su muerte natural. En los casos de exposición a SAR más alta (0,1 W/kg), el estudio establece una incidencia significativamente mayor de schwanomas en el corazón de las ratas macho. Este hallazgo es compatible con los resultados del estudio NTP. Los autores también indican una mayor incidencia de hiperplasia de células de Schwann en el corazón (machos y hembras) y tumores gliales malignos (sólo hembras), aunque en estos casos no fueron estadísticamente significativos.
Ambos estudios destacan por sus buenas prácticas de laboratorio, ambos utilizaron un elevado número de animales, mucho mayor al utilizado en investigaciones anteriores, y en ambos casos se estudiaron animales expuestos durante toda su vida. Sin embargo, el problema surge al intentar extrapolar estos resultados a los niveles de exposición humana.
El límite establecido por ICNIRP de SAR para este tipo de radiación y cuerpo entero es de 0,08 W/kg, así que los resultados obtenidos estarían en ambos casos por encima de este valor, aunque en el caso del estudio de Falcioni muy próximos. ICNIRP establece también límites de exposición de forma local de 2 W/kg promediado a 10 g. Es algo complejo pero se intenta diferenciar la exposición relativa al teléfono móvil de forma local y a todo el cuerpo, siendo esta última la más relevante a la hora de estudiar posibles efectos sobre la salud. Por tanto, los niveles de exposición del estudio del NTP es, respectivamente, 25 y 75 veces superiores a los límites de SAR local y de cuerpo entero establecidos por ICNIRP. Por este motivo, hablar de “teléfonos móviles” cuando se superan con creces los límites establecidos, no es adecuado. En cambio, el estudio italiano se realiza a niveles de exposición (de 0,001 a 0,1 W/kg) dentro de los límites ICNIRP (0,08 W/kg) sólo excediéndose en el caso de 0,1 W/kg. Por tanto, si queremos hablar de teléfonos móviles, el resultado de Falcioni sería más apropiado pero nos encontramos con una discrepancia entre ambos estudios y es que los hallazgos se producen a niveles SAR muy diferentes (recuerda que en el NTP el problema se detectó a partir de 1,5 pero, sobre todo, a 6 W/kg) por lo que habría que comparar los resultados de ambos estudios a los niveles de exposición similares que serían de 0,1 W/kg en el caso de Falcioni y de 1,5 W/kg en el caso del NTP, por lo que se trata de una inconsistencia importante.
Otro aspecto analizado en la nota de la ICNIRP es el relativo al número de tumores esperados y descritos en ambos estudios. En el caso de los schwanomas, se sabe que sólo el 33% de las hiperplasias malignizan, por lo que en ambos estudios se esperaría un incremento más importante del número de hiperplasias benignas que de schwanomas malignos. Este tipo de tumores cardíacos son extremadamente raros en humanos. En cambio, el schwannoma vestibular, también llamado neuroma acústico es mucho más frecuente en humanos pero ni el estudio del NTP ni de Falcioni describen un incremento de los mismos, lo que no sería consistente con la epidemiología observada. En cualquier caso, otros estudios que evalúan una posible relación entre estos neuromas acústicos y los CEM-RF concluyen que no existe asociación.
Por tanto, no se puede considerar que sus hallazgos proporcionen una evidencia consistente, confiable, generalizable ni concluyente de que los CEM-RF sean carcinogénicos. No obstante, como esto es Ciencia y la Ciencia es, ante todo, provisionalidad, harán falta otros estudios que confirmen estos resultados de forma concluyente, preferiblemente a niveles similares e ICNIRP si lo que desea es cuestionar los límites actuales y, preferiblemente, en humanos.
Aquí están las citas a los informes NTP y al estudio de Falcioni:
- Falcioni L, Bua L, Tibaldi E, Lauriola M, De Angelis L, Gnudi F, Mandrioli D, Manservigi M, Manservisi F, Manzoli I, Menghetti I, Montella R, Panzacchi S, Sgargi D, Strollo V, Vornoli A and Belpoggi F (2018). Report of final results regarding brain and heart tumors in Sprague-Dawley rats exposed from prenatal life until natural death to mobile phone radiofrequency field representative of a 1.8 GHz GSM base station environmental emission. Environmental Research. https://doi.org/10.1016/j.envres.2018.01.037.
- NTP (2018a). Technical report on the toxicology and carcinogenesis studies in Hsd: Sprague Dawley SD rats exposed to whole-body radio frequency radiation at a frequency (900 MHz) and modulations (GSM and CDMA) used by cell phones. National Toxicology Program; NTP TR 595.
- NTP (2018b). Technical report on the toxicology and carcinogenesis studies in B6C3F1/N mice exposed to whole-body radio frequency radiation at a frequency (1900 MHz) and modulations (GSM and CDMA) used by cell phones. National Toxicology Program; NTP TR 596.