Una vez más la Televisión Pública, esta vez La 2, la segunda cadena para los cuarentañeros, UHF para los menos jóvenes, ha vuelto a difundir pseudociencia de la buena.
El pasado domingo 11 de marzo el espacio “La Noche Temática” emitió el documental titulado “Siempre conectados” de Clémentine Bugnon (ver en RTVE a la carta). Esta producción de la Radio Télévision Suisse (RTS) de 2017 recoge todos los bulos, miedos, imprecisiones o, directamente, falsedades que desde hace años la Comunidad Científica venimos denunciando. Detrás del miedo que infunden todas estas informaciones, sin rigor científico alguno, existen unos intereses económicos de empresas, pseudofundaciones y pseudoexpertos que ofrecen servicios para, supuestamente, proteger a los supuestos afectados, realizar medidas con equipamiento inadecuado e impreciso (generalmente de banda ancha como el que aparece en el documental) y venderles toda clase de objetos, en algunos casos absurdos como los “burkas” antiradiación, apantallamientos para viviendas o camas o las absurdas pegatinas, fundas, o los cactus antiradiación, pasando, como no, por la orgonita (ya hablaré en un futuro de estas cosillas).
Bien, desde hace años sabemos que la información alarmante sobre campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEM-RF) tiene un efecto terrorífico en aquellas personas que dicen ser hipersensibles o son propensas a desarrollar esta afección. Sabemos que la información que recibe una persona puede influir en su estado psicológico y la percepción de un riesgo de dos maneras diferentes: tranquilizando o aumentando la preocupación y/o la ansiedad. Eldridge-Thomas and Rubin (2013) demostraron que la aparición de noticias sin rigor científico infundiendo miedo acerca de los posibles efectos de los CEM en diferentes medios de comunicación, tenían una respuesta rápida y directa en las personas que acudían al médico reportando los síntomas que se explicaban en las informaciones.
En ningún caso diré que las personas que dicen padecer hípersensibilidad electromagnética (HSE) no tienen un problema de salud. Sí, lo tienen y es durísimo llevando incluso a algunos afectados al suicidio. Imagina que, cada mañana, desde el momento en que despiertas, comenzaras a pensar en la cantidad de radiaciones de móviles, WiFi o teléfonos DECT y empezaras a sentir síntomas terribles que para tí son reales, que los sientes hasta el punto de manifestarse físicamente. Ahora bien, todos los estudios a doble ciego con estos pacientes han demostrado que su afección nada tiene que ver con los CEM y que se trata de un trastorno psicosomático. Entontes, si el consenso científico en este asunto es pleno, ¿por qué los medios de comunicación dicen lo contrario? ¿por qué hay “científicos” que alertan sobre estos riesgos? ¿por qué hay médicos que, en contra de lo que recomienda la OMS, incluso dicen diagnosticar esta enfermedad? Pues es algo que a los científicos nos gustaría saber, aunque la respuesta ya la cantó Paco Ibáñez en los versos de Quevedo: Don Dinero. En el seno de las dos sociedades científicas que se encargan del estudio de este campo (la exposición a CEM-RF y sus posibles efectos sobre la salud) la BEMS y la EBEA, el consenso es práctiamente absoluto. En el reportaje no aparecen científicos de reconocido prestigio internacional que reúnen más de 1000 publicaciones de altísimo impacto como Martin Röösli, Joseph, Martins, Bolte, Samaras, Frei, etc… Estas miles de publicaciones independientes son concluyentes pero no suelen darse a conocer, prima el alarmismo y la difusión de dudas sobre su validez, al tiempo que se creen fuentes como el pseudoinforme Bioinitiative. Los medios de comunicación no deberían alimentar estos miedos ni difundir información que no haya sido contrastada por expertos, menos una televisión pública. Es un acto, por tanto, irresponsable que lejos de fomentar el debate, inexistente como digo en el ámbito científico, genera miedos peligrosos y supone una importante irresponsabilidad.
Ahora bien, veamos qué barbaridades se dicen en el documental, que no por ser de Suiza, un país serio lleno de gente seria, no se libra de la proliferación de la pseudociencia.
El documental, tras llamar la atención sobre la cantidad de dispositivos “conectados” que nos rodean, comienza describiendo un trabajo del biólogo Daniel Favre (h-index de 2) publicado en 2011 en la revista Apidology (IF 2.196. ENTOMOLOGY, 13 de 93, Q1), alertando de los efectos que los teléfonos móviles podrían tener sobre la respuesta sonora de colmenas de abejas. A pesar de que el documental es de 2017, obvian una revisión sistemática publicada en 2013 en la revista Environmental International (IF 7.088. ENVIRONMENTAL SCIENCES, 7 de 229 Q1) de Cucurachi en la que alertan de la imposibilidad de llegar a conclusiones sobre los efectos de los CEM-RF sobre la vida salvaje, incluyendo insectos. El propio Daniel Favre en su artículo indica que se deben reproducir los resultados en, entre otras cosas, condiciones controladas aisladas convenientemente para evitar sesgos. Una vez más, obviar el nivel de evidencia induce a conclusiones inadecuadas.
El documental entra en materia rápidamente con frases como “pocos médicos se toman en serio la HSE” o “todos somos electrosensibles, aunque no todos hipersensibles”. La frase lapidaria que debería llevar a la Organización Médica Colegial (OMC) a revolverse es aquella en la que indican que “pocos médicos atienden al paciente globalmente debido a la híperespecialización”… Al tiempo que una doctora indica que el número de diagnósticos se ha disparado en Suiza, a pesar de que no es una enfermedad reconocida por ese país, ni por la OMS, pero que sí lo es en, por ejemplo, Suecia. Bueno, este tema lo trataré en próximas entradas, pero se debe decir que, en Suecia, la HSE no se considera una exactamente una discapacidad, ni una enfermedad, como tal sino un trastorno que limita a las personas y que, el equivalente a la OMC sueca está tomando persionando al gobierno para que revise este estatus.
Llama la atención el tratamiento parcial e interesado, incluso manipulador que se hace en el documental sobre el proceso por el que se establecen los límites de exposición y el cansino e innecesario “principio de precaución”. El documental muestra una reunión de representantes de diferentes empresas de telefonía móvil (Nokia o Alcatel y la armada americana, sí, han leído bien) en la que, al parecer se establecen los límites. Bien, en ningún momento se cita a la Agencia Internacional para la Protección ante Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP por sus siglas en inglés) que estableció los límites en 1998 (con alguna mínima revisión) basándose en los efectos térmicos que, a día de hoy, son los únicos cuyo mecanismo de acción han sido debidamente descritos. Por tanto, la industria no interviene, son criterios científicos y los límites se fijan, dependiendo de la frecuencia, un factor 10 (al menos) por debajo del valor al cual sabemos que se producen efectos térmicos. En el documental tampoco se cita ningún estudio sobre la evaluación de la exposición personal real a la que está sometida la población (ni la revisión de Sagar de 2017). Pero sí describe cómo el gobierno suizo votó para no incrementar los niveles de exposición como, al parecer, querían las telefónicas un factor 10 (de 6V/m a 17V/m). Es curioso porque los valores de exposición típicos en europa, por ejemplo de media en los hogares se han registrado valores de entre 0.1-0.4 V/m, están cerca de 1.000 veces por debajo del límite ICNIRP establecido. Así que aunque se incrementara un factor 10 el valor legal de exposición, todavía habría margen de “seguridad”. Pero como digo ni se cita la exposición ni tan siquiera al organismo internacional independiente que se encarga de establecer estos límites, ni mucho menos que las fuentes de radiación predominantes, en muchos casos, no son las antenas de telefonía sino las WiFi, los inalámbricos de casa o la FM.
Voy terminando con dos cosillas, que ultimamente me enrollo demasiado. Me encanta cuando un “esperto centifico” dice que no se ha demostrado que las radiaciones no sean perjudiciales para la salud. El lector más avezado se habrá dado cuenta de que la Ciencia no demuestra negaciones… no me enrollaré con la tetera de Russel que dejo como ejercicio al lector. La otra cuestión sin importancia es el aparente consenso científico “cada vez mayor” existente en este asunto relativo a los terribles riesgos de estar expuestos a CEM de radiofrecuencia y, cómo no podía ser de otra manera, citando el cuestionable informe Bioinitiative (del que hablé aquí). Deberían darse un paseo por esta sección de este blog, “Falta Información” con revisiones sistemáticas y metanálisis donde parece quedar claro. Me indigna escuchar cosas como que el vínculo con el cáncer y ciertos tumores es claro, pues la evidencia, a día de hoy y a los niveles de exposición habituales, demuestran más bien lo contrario… pero en el documental dicen que son pocos los científicos “escépticos” que no creen en esa asociación y que la IARC (agencia dependiente de la OMS) clasificó a los CEM-RF como posibles cancerígenos (grupo 2B junto al café o a los encurtidos, pero esto no lo dicen) ni comentan lo controvertido de esta clasificación, ni mucho menos, la explican. Deberían pasarse por el próximo congreso BIOEM2018 que tendrá lugar en junio en Eslovenia y preguntar a los científicos que allí nos reuniremos. Como no podía ser de otra manera, el documental diferencia entre los estudios independientes, de científicos fiables, que dicen que los riesgos son reales pero que casualmente no se publican en las revistas más prestigiosas, si es que se publican en revistas indexadas, y los estudios pagados por las operadoras para generar controversia y duda como pasó con el tabaco. Alucinante, indignante e insultante. Pues obvian los más numerosos estudios independientes llevados a cabo por científicos independientes y publicados en revistas científicas indexadas y de alto impacto.
Para terminar, permitidme destacar un pequeño detalle. La 2, la antigua UHF, se llamaba así en referencia a la banda de frecuencia de emisión del canal de televisión: Ultra High Frequency. Las emisiones de televisión (y de radio) llevan con nosotros más de 100 años. En España, en 2013, la banda UHF se redujo ocupando desde los 470 a los 790 MHz dejando, curiosamente, espacio de los 790 a los 862 MHz a la telefonía móvil 4G. Los “MHz” indican la frecuencia en Megahertzios (millones de Hertzios) de oscilación del campo electromagnético. Como referencia cuando sintonizamos una emisora de radio, por ejemplo en 90.2 de la FM, lo que hacemos es sintonizar a 90.2 MHz, cerca de la Televisión Digital Terrestre y los móviles de última (o penúltima) generación. Por tanto, a pesar de que en el documental alertan de la terrible epidemia de hípersensibles que viviremos en 2020 (la fecha se va retrasando porque esta epidemia se viene anunciando desde los 90), olvidan dos cosas: que los CEM-RF artificiales llevan muchos años con nosotros y, por otro lado, que la proliferación de antenas, cuantas más mejor, lo que hace es reducir los niveles de exposición, algo que han ido consiguiendo las sucesivas generaciones de telefonía móvil.