Desde hace años, las falsas campañas de concienciación sobre los riesgos de las radiaciones electromagnéticas de radiofrecuencia, como las de las WiFi o los móviles, han ido proliferando con más o menos éxito. Hablé hace años de la ya desaparecida Escuelas sin WiFi, que promovía la (pseudo) Fundación Vivo Sano, y un colegio de Salamanca. Aunque pudieran tener buenas intenciones para proteger la salud de las personas, en general, se basan en información desactualizada, sesgada y, siempre, alarmista.
Este es el caso, una vez más, de la campaña impulsada por Ecologistas en Acción, Escuela Saludable. Esta campaña promueve la eliminación de las WiFis en los colegios, así como la de dispositivos electrónicos en las aulas. Principalmente se apoya en la cuestionable Resolución 1815 del Consejo de Europa de 2011. Este documento, lejos de ser científico, carece de respaldo de organismos internacionales y de sociedades científicas relevantes como la BIOEM (Bioelectromagnetics Society).
¿Qué es la Resolución 1815 y por qué es una porquería?
La Resolución 1815, publicada hace más de una década, contiene recomendaciones sobre la exposición a campos electromagnéticos basadas en una perspectiva de precaución extrema sin fundamento ni evidencia científica. Este documento no fue elaborado por científicos de prestigio o especializados en radiaciones ni está respaldada por estudios revisados por pares con un consenso sólido. Más bien, fue fruto de las presiones de grupos vinculados a la promoción del miedo hacia las radiaciones, una estrategia que ha demostrado ser eficaz para generar alarma (y suculentos negocios) pero no para ofrecer información veraz y útil.
Esta resolución, junto con otros llamamientos y declaraciones similares como la “Declaración Internacional de Madrid” a la que dediqué hace años una extensa entrada en este blog o el pseudoinforme Bioinitiative, han servido para que empresas interesadas en el negocio del miedo a las radiaciones intenten justificar sus “tontás de la semana” o para que asociaciones como Ecologistas en Acción, fundamenten sus acciones o campañas.
Desde entonces, la investigación en este campo ha avanzado significativamente y las alertas recogidas en esas declaraciones siguen sin tener ningún fundamento científico serio. La OMS y comités científicos independientes han publicado revisiones actualizadas que evalúan los riesgos reales asociados a la exposición de estas radiaciones. Estas investigaciones no apoyan las conclusiones alarmistas de la Resolución 1815 y, en consecuencia, estas falsas campañas de protección de la salud. No obstante, sorprendentemente, la campaña de Ecologistas en Acción y muchas empresas interesadas, siguen utilizando este documento como fuente principal, ignorando más de una década de avances científicos.
Mezclar temas: una estrategia peligrosa
En la página web de la campaña Escuela Saludable y en documentos como su guía para centros educativos, se observa una preocupante tendencia a mezclar cuestiones distintas:
- Radiaciones electromagnéticas y cáncer: Se presentan afirmaciones alarmistas que vinculan directamente el uso de dispositivos inalámbricos con el cáncer, citando estudios antiguos y descontextualizados, algunos tan antiguos como de 1996. Estos estudios no reflejan el conocimiento actual ni cumplen con los estándares de rigor científico actuales.
- Uso de dispositivos inalámbricos en educación: Se mezclan los posibles riesgos de las radiaciones con dinámicas de uso o abuso de tecnologías inalámbricas, un tema completamente diferente que requiere un análisis educativo, no sanitario.
- Imágenes sensacionalistas: Se utilizan imágenes y gráficos diseñados para impactar emocionalmente, pero que carecen de valor científico, fomentando el miedo entre los padres y educadores.
La desinformación como herramienta ¿educativa?
Lo más preocupante es que esta campaña se dirige a colegios, un lugar donde los estudiantes deberían recibir información objetiva y basada en evidencias científicas. Sin embargo, en lugar de eso, se promueve el miedo hacia las tecnologías inalámbricas, ignorando las revisiones recientes y perpetuando mitos desmentidos por la comunidad científica. La desinformación sobre los riesgos de las radiaciones electromagnéticas no sólo genera alarmismo innecesario, sino que también distrae de los verdaderos retos relacionados con el uso de la tecnología en la educación. En mi opinión, quieren generar un coctel en el que todo vale y en el que al final, todo es negativo, amplificando el mensaje alarmista, en vez de aplicar el rigor y abordar cada problema de forma correcta.
Una visión basada en la ciencia
Es crucial que, cuando se hable de radiaciones electromagnéticas como las emitidas por los móviles, las antenas o la WiFi, se haga desde una perspectiva fundamentada en estudios científicos rigurosos, cuanto más actuales, mejor, y basados en el consenso científico. Las tecnologías inalámbricas han transformado nuestra sociedad y su uso responsable puede traer grandes beneficios. A los niveles habituales de exposición, incluso en aulas en las que hay un router en el techo y en las que he llegado a comprobar que la señal de FM era mayor que la de la propia WiFI, no existe riesgo para la salud de nuestros hijos e hijas. Sí que existen riesgos sobre la salud derivados de un uso inadecuado, excesivo o impulsivo de estos dispositivos. ¿Quién no ha retrasado ir al baño, ir a comer, se ha quedado por las noches en la cama modificando sus patrones de descanso o ha sentido ansiedad al salir de casa sin el móvil? Estos riesgos deben comunicarse con rigor, sin caer en el sensacionalismo ni en la manipulación y sin mezclar con falsos riesgos como los atribuidos a las radiaciones.
Los colegios y las familias merecen información clara, veraz y actualizada. Una vez más, Ecologistas en Acción obvia la ciencia, hace el ridículo lanzando informaciones sesgadas o directamente falsas no sé muy bien con qué objetivo. En mi opinión, lo único que consiguen es desacreditarse una vez más. Dañando el mensaje, también en mi opinión, de proteger nuestros entorno y de velar por espacios realmente saludables. Por favor, dejemos que la ciencia sea la hable en nuestras aulas, no el miedo o el desconocimiento.