En diciembre de 2018 me enviaron el siguiente tuit en el que @alvarezperea se sorprendía de “lo último de lo último”: un colchón “visco selenio” anunciado como “Colchón AntiWiFi”. En el cartel se puede leer: “El selenio es un semi-conductor capaz de absorber las ondas Wi-Fi y disminuye su impacto sobre el organismo” rematado de un contundente “STOP ondas electromagnéticas”.
Cuando pensaba que ya lo había visto todo, llega el colchón #antiwifi ¡Bendito #selenio! pic.twitter.com/NloKrLwU4Q
— Dr. A. Alvarez-Perea (@alvarezperea) 20 de diciembre de 2018
“¡Madre mía! ¡Por dónde empiezo!” Pensé. Si me llego a poner a escribir cualquier cosa sensata que relacione selenio, WiFi y salud, me sale una demostración en tres tomos de la Ley de Brandolini: La cantidad de energía necesaria para refutar una chorrada es un orden de magnitud superior a lo que cuesta producirla.
Así que pensé: “¿quién mejor que el propio fabricante para demostrar, o no, lo que se promete en el cartel? Así que lo primero que hice fue comprobar si el colchón existía de verdad. Nunca se sabe, hay gente muy aburrida en Internet (ejemplo lo que voy a contar). Pues sí, pude comprobar rápidamente que existe de verdad. Es el modelo Formentera de la marca Mc.Colchón de la empresa Sénia Colchón S.L.U, empresa constituida en 2014 en La Senia (Tarragona). Aunque en el catálogo de la web no encontré el colchón “antiwifi”, pude localizar la siguiente imagen y, tras contactar con la empresa, me confirmaron que sí, que existe, que es “antiwifi” y que te protege de la radiación electromagnética, o no. Os cuento toda la historia.
El 20 de diciembre envié un correo a la empresa interesado por sus propiedades “antiwifi”. El correo lo envié desde mi cuenta de la universidad en el que incluí mi firma con toda la información de contacto y puesto de profesor en la Facultad de Medicina. Eliminé, para no resultar demasiado cantoso, mi área de conocimiento, Radiología y Medicina Física, y el enlace a este blog “Radiandando”… y me contestaron:
Aunque el anuncio centraba la atención en las propiedades “antiwifi” del selenio, en el correo me indicaron que lo mejor del colchón son sus propiedades de la “viscoelástica atérmica” y la verdad que es lo que más me interesaría a la hora de comprar un colchón: que sea cómodo, reparta la presión, transpire y, además, sea barato, porque me confirmaron que son los fabricantes. Entonces, ¿por qué recurrir al reclamo “antiwifi”? Sigamos.
Contesté dando las gracias por su respuesta, mostrando mi interés por el selenio y sus propiedades protectoras frente a la radiación. Insinué que no sólo estoy preocupado por las WiFi sino que, imagino que, también, será efectivo ante la radiación de móviles e inalámbricos. Le pedí alguna certificación que avalara de alguna manera sus propiedades. Aquí se me fue la pinza y le dije que yo no tenía WiFi, que mi vecino de arriba sí, que me preocupaba la salud, que no dormía bien, etc. Lo siento. No debía haberlo hecho, pero era muy tentador. La respuesta, otra vez, fue muy atenta y educada:
He de decir que el trato por parte de la persona que contestaba fue exquisito. Respondía, más o menos, a mis preguntas de forma educada y como podía, ya que no debía tener demasiada información. Me envió dos capturas con el móvil que para nada eran “certificados” de los materiales. Unas banderas y etiquetas de que el tejido era lavable, además de una especie de escudo de alguna universidad que no era capaz de identificar. Me remitió a Wikipedia y me dijo que el material es tan novedoso que el proveedor no tiene información sobre sus propiedades… vamos que parece que dicen que es “antiwifi” como podrían haber dicho cualquier otra cosa.
Los supuestos certificados que me envía son estos y pueden ser encontrados en la página web del fabricante del material:
El fabricante resulta ser “New Wind Italian Bedding Technologies” y localicé en su web una leyenda de los “logos”. Por cierto que las universidades son las de Padua y la, desaparecida desde 2007, de Lecce hoy Universidad del Salento (no voy a investigar si estas universidades certifican nada). En esa web, según Google, no hay rastro ni del término “radiazione” ni de “wifi”. Así que envié un correo electrónico preguntando… desde Italia me remiten a la delegación en España, que nunca contestó.
Necesito algún dato objetivo de la capacidad de absorción del selenio del colchón… alguna especificación del material o la cantidad de selenio utilizado. Así que insistí. También pregunto por la universidad que parece certificar el tejido. Al final me centro en preguntarle por la cantidad de selenio que lleva el colchón… además le indico que mi mujer suele dormirse viendo películas o series en el móvil, sin WiFi claro, que no tenemos, y me preocupa que el selenio pueda interferir en la señal. A ver, si vas a vender colchones “antiwifi” con propiedades de absorción de ondas electromagnéticas, digo yo que mis preguntas serían esperables ¿no?
Deduzco con esta respuesta, que el colchón “sólo absorbe” la radiación que lo atraviesa. Entiendo entonces que sólo las del piso de abajo y me alerta: “seguirás envuelto de ondas electromagnéticas”. ¡Madre mía! Entonces, ¿para qué quiero un colchón “antiwifi” que sólo me protege de las radiaciones que vienen del suelo si vivo en un primero y no tengo a nadie debajo?
Pasaba el tiempo y no me enviaba ninguna información, así que el 29 de enero volví a preguntar. A ver, que en vacaciones tengo algo más de tiempo para estas cosas… pero ahora… de vuelta, ando liadillo y a mi, también se me ha pasado el mes volando. En este último correo, le pregunté por la información prometida. ¡Y contestó de nuevo! En esta última respuesta, se ofreció muy amablemente, a hacerme llegar una maqueta del colchón. Tentado estoy, pero creo que con toda esta historia, ya es suficiente. Esta es parte de esa última respuesta:
Al parecer el “proveedor no dispone de más estudios ni de más información” que el completísimo dossier que me ha enviado ¿no?
Después de toda esta historia, me da en la nariz que esto del colchón “antiwifi” podría ser un engañabobos. Podría ser que lo del miedo electromagnético y el desconocimiento usando palabros interesantes como “selenio” les hiciera pensar que venderían más. Poner “selenio” suena genial, mucho mejor que “silicio” o “germanio” (quita, quita). Estoy convencido de que habrá por ahí gente a quien le funciona, que descansa mejor, que ya no tiene que apagar la WiFi para descansar… y que su salud, al no tener radiaciones, es mejor que antes.
La persona que respondió a mis correos ha tenido una paciencia infinita. Ha hecho lo que ha podido con mucha educación. No pretendo con este texto ridiculizar a nadie y, menos, a alguien que está haciendo su trabajo. Este texto y la información recibida, sólo pretenden denunciar lo fácil que es atribuir propiedades mágicas sin evidencia científica alguna a cualquier producto, como por ejemplo un colchón, aprovechándose del miedo y del desconocimiento.
Nota final: En los correos enviados se adjuntó una nota de privacidad en la que se advertía: “Cualquier persona distinta a su destinataria tiene prohibida su reproducción, uso, divulgación o impresión total o parcial”. Entiendo que, puesto que yo sí era el destinatario, puedo reproducirlo. Gracias a la persona que ha contestado y, siento haberle hecho perder el tiempo, pues no, no me compraré el colchón antinada.
Debe estar conectado para enviar un comentario.